jueves, 3 de julio de 2008

Nuestra frágil y edénica arquitectura




De qué manera atroz
pudiste colaborar en construir
este monstruo Adam,
con ese sinsentido
que resulta ilegible y cruel.
Signo vital de realidad.
Mi mundo comenzó tosco
y mi vida desfila ahora
por las horas muertas
de un deshilado tapiz
de la trama rota del universo.
Solo el silbido de los lobos
coagulan mi propio llanto,
y mi quieta muerte en el viento,
siempre en el viento...
Que tontos cuerpos fuimos
enredados durante siete años
soñando que nuestras almas
se correspondían eternamente.
Ahora llueven tinieblas anchas,
por Llenar el silencio
con nuestras propias almas
sabiendo que era una tarea ardua.


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