jueves, 17 de mayo de 2007

La insaciable tiniebla de la muerte














Ahora empiezo a tocar otras cosas
soy prisionera en esta casa
o tal vez sea apenas,
simplemente, un fulgor semejante
a la unidad del intelecto común.
Y es que no quiero dejarte ir
y me contraigo y me expando
sin sentido aparente
hasta sentirme una mujer entera
en el momento decisivo de estar
a tu lado esa y ninguna otra ,
esa totalmente ciega de mi.
Soy yo pues en este instante
el pensamiento de los dos
y, hay donde queda tanta astucia
girando como lento remolino del adiós,
si tan sólo pudieran estas alas
con esta lucha de vivir conmigo
y llevarme a donde voy
sin tantas pisadas en la memoria,
no habría ya tanta mitad
que consiguiera acabar
con la insaciable tiniebla de la muerte.

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