
He de sentarme a esperar la madrugada
hurgando aquí, jugando con mis sombras,
tratando que las horas cambien.
Debo romper el sonido de éste día
éste que molesta a cada canto de sol
y que lastima la boca chueca
cada vez que trata de silbar la melodía.
Será mejor unirme a los muros
allí donde huele a sangre vieja
para que ya nadie se acerque
y me crean por fin dormida.
Ya en silencio entonces muerte mía
arráncame de las tenues luces falsas
y reparte mi alma en cada uno de estos vivos.
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