jueves, 8 de mayo de 2008

Abertura de un ahogo


















Aún están tendidos nuestros cuerpos
estamos todavía vestidos de hombres
sin más sed de sangre arcaica
sin más fosforescentes redes en nuestras caras
secos, vacíos, indescifrados
dementes consagrados a la muerte
finalmente sin tendencias, fuimos capaces
de quitarnos hasta los ojos.
Sin embargo, amamos nuestras risas
y nuestros llantos entrecortados,
amamos nuestros dolores de piernas mutiladas
y las cicatrices que despegábamos
en forma de arma punzante.
Que vagas tormentas aquellas
donde con virtud nos presentábamos
ante los gritos de tanto espanto
entre lazos rojos de llantos
desmenuzados por los martillos de nuestras manos.
Teníamos que buscar la última belleza
y nos encontramos frente a frente
con nuestros síndromes de decadencia.

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