miércoles, 5 de diciembre de 2007

Dunkelheit






















En cuanto puedas
Recíbeme todos estos precios
Revueltos de condenas
Recíbeme en cada aullido
De tus manos secas
Para que me importe
Un poco menos el instante mismo.
Ahórrame todos esos brutos sueños
Todas esas falsas esperas
demencialmente mal logradas
Y no me desesperes cuando este durmiendo
Que me conmueves el odio
Y me remueves los injustos sonidos de Fauré.
Recuerda que las tardes se acaban
Con mis doce días Despojados de sonidos
y tanta inservible estupida cosa
Cuando puedas, recíbeme Todos estos golpes,
ódiame de pausa en pausa y
No esperemos que el día te ciegue
toda esa fuente de enorme luz
Que mantienes entre tus piernas.
Tiéndeme ya por fin la eterna noche
Que nos dará la necesaria confortación
y ya usados nos vestiremos sin ganas
sospechando que finalmente
nos esperará el insomnio.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Aliento sin tiempo


















Me has amado
porque deje de vivir
admirando mi propia pasión,
me has amado porque soy patética
y escribo palabras brutales
que para ti eran ya repetidas.
Has inhalado mi olor a muerte
entre tus dedos de calcio
para recatar tu llanto
y hasta has vuelto a rebuscar
entre tus sabanas sangrientas
nuestro olor a guerra.
Todo adquiere forma nuevamente
mío, tuya, muros cúpulas...
y nuestras bocas se despintan
como si un día anterior
hubieran sido producto
de una negrura total.
Ya no me ames tuya, mío,
tuya, nuestra, muerte entera
de tantos ecos sordos
oscuros impenetrables
igualmente prohibidos
para el honorable ojo humano.
Ya no me ames más tuya, mío
por esta ciudad de la infancia
tan similar a sí misma
y al mismo tiempo cerrada
a cualquier puerta de entrada.