jueves, 17 de mayo de 2007

La insaciable tiniebla de la muerte














Ahora empiezo a tocar otras cosas
soy prisionera en esta casa
o tal vez sea apenas,
simplemente, un fulgor semejante
a la unidad del intelecto común.
Y es que no quiero dejarte ir
y me contraigo y me expando
sin sentido aparente
hasta sentirme una mujer entera
en el momento decisivo de estar
a tu lado esa y ninguna otra ,
esa totalmente ciega de mi.
Soy yo pues en este instante
el pensamiento de los dos
y, hay donde queda tanta astucia
girando como lento remolino del adiós,
si tan sólo pudieran estas alas
con esta lucha de vivir conmigo
y llevarme a donde voy
sin tantas pisadas en la memoria,
no habría ya tanta mitad
que consiguiera acabar
con la insaciable tiniebla de la muerte.

miércoles, 16 de mayo de 2007

Noches y más noches














A mi lobo que está tan lejos



Ésta, como tantas noches
he de acariciar en sueños

esa gran distancia
que separa mi sombra
de tu cuerpo

ese gran silencio
que nos da respuestas
de lo que no podemos ser

esa imaginación conciente
del precio que hemos de pagarle
al desgaste de no poder tenernos

esa tu alma fugitiva
en las moradas de la lejanía
de las propias venas del universo

ese mi aullido bestial envuelto
en tinieblas secretas
desvastadas por mi propia furia

y ese cerrar de puertas y
ventanas sin mover los labios
esperando la humedad del alba...




lunes, 14 de mayo de 2007

Enorme soberbia



















Reponer fuerzas
y hacer disciplinas
qué más da si nuestras
sombras son iguales
si somos viento vacío
cubiertos por las costras
de otras pieles
que se extienden enteras
a través de la absurda nostalgia.

Qué más da si inventamos
encontrarnos entre ruidos
de lluvia incapaz de golpear
y sin embargo
pronuncian nuestros nombres.

Nuestras tierras compañero
están sordas y llenas de vergüenza
y ya sólo escuchan
esas voces desconocidas
resbalando por nuestro dolor;
sí, nuestro dolor de no poder
acabar con la enorme soberbia
de todos los silencios.

martes, 8 de mayo de 2007

Haciendo sentidos


















Inventando palabras que antes
sólo escribía a solas
descubrí la palabra movimiento
y la quietud de mis aguas sólidas.

Al mirarte reconocí
las vetas de mis aires
y la pelambre feroz de mis bestias
dormidas en el desierto.

Al tocarte, sentí
la enorme perdida del lugar
que apenas estaba conociendo.